Las aguas residuales se generan debido al uso que le da el ser humano al agua potable en su vida cotidiana (ya sea desde sus hogares o hasta en las grandes industrias), lo que genera que dicha agua potable sufra alteraciones en su composición produciendo, así, una contaminación.
Cuando se habla de aguas residuales, se refiere al líquido que se expulsa de los inodoros, regaderas, tarjas, entre otras aguas que son desechadas hacia las tuberías que van directo a los drenajes. También el agua sucia que expulsan los comercios y las industrias se incluye, así como el agua de lluvia.
El agua residual se almacena en contenedores llamados tanques sépticos, que utilizan conductos de tuberías o alcantarillados para ser dirigidas, mediante el uso de bombas, hacia las plantas de tratamientos, las cuales son una serie de instalaciones que cuentan con sistemas diseñados especialmente para retirar los contaminantes que son vertidos en el agua.
Una vez en la planta, el agua es sometida a una serie procesos, ya sean químicos, físicos o biológicos, para lograr eliminar los contaminantes de esta.
El método que se elija para el tratamiento de las aguas residuales dependerá del acceso que se tenga a plantas de tratamiento y este puede ir desde un proceso tan simple como asentamiento y filtrado o hasta procesos más complejos como la purificación total del agua.
Uno de los grandes beneficios del tratamiento de aguas residuales es el de producir en gran medida agua limpia reutilizable y que esté convenientemente disponible para el rehúso. Este tipo de tratamiento también es conocido como depuración de las aguas residuales.
Pero para obtener el resultado deseado y obtener dicho beneficio, en el tratamiento de aguas se tienen que seguir una serie de pasos que dependen del nivel de purificación que se desea proporcionar al agua.
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